• ​La densidad de las cerdas asegura que el bronceador se distribuya de manera uniforme, evitando parches o manchas.​
• Permite un acabado natural al difuminar el producto en la piel, imitando un bronceado real.​
• ​Se puede usar para aplicar polvos sueltos, compactos o incluso para productos minerales.​
• ​Puedes controlar fácilmente la cantidad de producto que aplicas, desde un toque sutil hasta un bronceado más intenso.​
• Las cerdas suaves son ideales para pieles sensibles, ya que no irritan la superficie de la piel.​
• Si se cuida bien, es una herramienta que puede durar años.​
• Su diseño corto es fácil de manejar, perfecto para viajes o para llevar en el bolso.

Toma un poco de producto, elimina el exceso en el dorso de tu mano y empieza a aplicar tu bronceador en las zonas del rostro donde te llegaría el sol de forma natural, es decir, la parte alta de la frente, sienes, pómulos e incluso el puente de la nariz (no olvides las orejas, que también se broncean). Hazlo poco a poco y a capas: construye el bronceado hasta que te sientas cómoda con el resultado.​